En la práctica deportiva son muy frecuentes  las lesiones ligamentosas, los famosos esguinces, y es que no sólo sufrimos de esguinces en el tobillo  que es el más frecuente. Los esguinces o lesiones ligamentosas pueden ocurrir  en cualquier ligamento bien sea en articulaciones del miembro inferior  como en  el  superior.

Uno de los objetivos más importantes en el tratamiento de lesiones deportivas es la restitución del equilibrio y la propiocepción. La importancia de ello radica en que en las articulaciones, tendones y ligamentos  se encuentran unas pequeñas estructuras llamadas, mecanorreceptores, que son los que se encargan de percibir toda esa información propioceptiva y cinestésica  y de ello dependerá  la estabilización refleja de la o las articulaciones involucradas en dicha lesión.

La propiocepción se define como  conciencia de la posición de las extremidades; y cinestesia, conciencia del movimiento de las articulaciones. Luego de una lesión articular se produce un desorden en estos mecanismos receptores , desaferenciación,  lo cual imposibilita e inhibe respuestas de control neuromuscular coordinado, es decir, se produce una especie de corto circuito entre los sistemas , el que percibe la información, el que la conduce y el que emite la respuesta.

Los déficits de mecanismos propioceptivos pueden conducir a una degeneración patológica insidiosa de las articulaciones debido a la falta de estabilización neuromuscular.

Reentrenar y estimular a los receptores es el principal objetivo  y así  lograr como resultado  el aumento de la sensación de movimiento articular, restaurar el control neuromuscular y evitar la recaída.

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