Una de las competiciones más practicadas por los amantes del deporte es el maratón, cuyo recorrido es de 42.192 metros. El origen de esta cifra es bastante curioso, pues para explicarlo hemos de remontarnos a la Batalla de Maratón en el año 490 a.C.. Se dice que los griegos enviaron a un mensajero llamado Filípides desde Maratón hasta Atenas con el objetivo de anunciar su victoria sobre los persas, por lo que para ir de una ciudad a otra caminó unos 40 kilómetros. Al llegar, el enviado cumplió su cometido y falleció a causa del cansancio físico.
Sin embargo, esta historia tiene algunas contradicciones, ya que la distancia que recorrió el mensajero fue de 200 kilómetros más, y si tuvo la motivación de hacer tal carrera no fue por felicidad, sino por miedo. En vez de ir a Atenas directamente, pasó por Esparta, donde pidió ayuda a su ejército debido a la amenaza persa.
Dando un salto en el tiempo, encontramos en 1896 los primeros Juegos Olímpicos modernos. En ellos se celebró el primer maratón, donde se estableció como distancia 41,8 kilómetros en honor a la falsa idea de que fue la que Filípides recorrió. En los Juegos de 1908, el príncipe de Gales estableció la cifra de 42.192 kilómetros, que ha quedado hasta el día de hoy.
El maratón es actualmente una de las pruebas más relevantes de las olimpiadas, un ejemplo a seguir para todas aquellas disciplinas que pretenden estar en el certamen, tal y como el póker, el ajedrez o el polo. Como puede observarse desde su inicio, es una especialidad que ha dejado un amplio abanico de anécdotas. En las olimpiadas de 1964 en Tokio, Abebe Bikila consiguió un nuevo record mundial disputando la carrera descalzo, mientras que en los Juegos de Atenas del 2004, el atleta Vanderlei da Lima fue empujado por un espectador en pleno recorrido, lo cual le hizo perder el ritmo y su casi asegurada primera plaza.
En otros maratones encontramos también múltiples historias. Kimo Nakajimi, por ejemplo, fue supuestamente un japonés que en 1981 confundió las 26 millas que debía recorrer con 26 días de duración, pero lo cierto es que este hombre nunca existió. Su despiste fue una invención del diario británico The Daily Mail por el día de los inocentes hace treinta años, pero su historia sigue circulando popularmente como si fuese real.
Estas curiosidades no son lo único pintoresco de los maratones, y es que existen un gran número de ellos y para todos los gustos. El más famoso es el de Nueva York, que es capaz de recaudar hasta dos millones de personas. El de Boston, que comenzó en 1897, es el más antiguo, y el de Berlín el más rápido, con un record de 2.02,57 por parte de Dennis Kimetto. El que se celebra de forma más clásica es el de Atenas, simulando los Juegos antiguos, y el más extravagante es el de Tokio, donde podemos ver todo tipo de disfraces.



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